SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA

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Ella se sintió cautivada al leer, en cada página, sus historias, sus textos, sus poemas; al mirarlo inspirado en su buhardilla, entregado a las letras, donde flotaba el perfume de la tinta y del papel; al saber que él se sumergía en las profundidades de su ser, hasta que llegaba a paraísos sublimes e infiernos insospechados, de donde regresaba con fórmulas e ideas geniales. Era un hombre apasionado, detallista, educado y ocurrente, entregado fielmente a su pasión, a su encomienda, a su delirio, a sus motivos, al arte. Lo admiraba demasiado y se sentía enamorada de él. A su lado, se sabía feliz, amada, completa y plena. Parecía, en todo caso, que se trataba del hombre ideal, de un sueño convertido en realidad, de un mundo de fantasías y realidades, de un personaje sustraído de una de sus novelas…